Aspiro a que estas palabras sean ininteligibles, porque lo que busco es precipitarme al fondo del abismo. Infierno o cielo, ¿qué importa? Hay que ir hasta el fondo de lo desconocido para encontrar lo nuevo.

viernes, 30 de diciembre de 2022

Luz de luna




Pensado por el oficio de tus manos… vuelo lejos.

En ti me duermo, mujer…
luz de luna, faro que arde, patria del pecho incendiándome el latido.
Tiembla la tierra cuando te anuncias regresándome, paloma mía.
Tu vuelo traza la ruta de mi nido y en tu aleteo me quedo…
¿Por qué llorar corazón?

El dulce labio del destino me arrulla con confesiones que solo piden tu oído.
Bruja amante, miel del campo, mujer del barro…
vestida de mil distancias beso tu huella en el viento y me seduce tu aroma,
magia del sueño donde te guardo en silencio como un pedazo de noche…
vela de la soledad…
candil que alumbra el secreto del pulso de este misterio
que me late a pecho abierto, niña mía.

Soy esto… la declarada sensación del crudo invierno del pobre,
el grito de rebelión que se me hizo pueblo en las manos…
tu bandera, mis instintos, nuestra herencia.

Nombras al mundo en mi nombre
y alguien lanza una plegaria hacia un dios desconocido.
Restos de fe…
Toco la orilla del miedo y no sé, no sé qué he sido…
si en tus ojos me deshago de la suerte de no ser…
cuando me lleva tu cuerpo por esos rumbos sin señas
que es la sangre de los míos.

Me habla el tiempo… y en ti me duermo, mujer.


Esteban D. Fernández





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