Aspiro a que estas palabras sean ininteligibles, porque lo que busco es precipitarme al fondo del abismo. Infierno o cielo, ¿qué importa? Hay que ir hasta el fondo de lo desconocido para encontrar lo nuevo.

sábado, 13 de agosto de 2022

Donde la muerte es ofrenda y no la vida que acaba


Te sueño…
a pesar de esta distancia que se me hace vuelo en los ojos
como ritual de algún pájaro que hila el viento con sus alas
a fe de pecho… queriendo.

Caigo en lágrimas al pensarte…
y el vago rastro de un susurro
me deja firme en tu nombre cuando todavía vivo,
mi amor… apenas respiro,
entre la convicción que me estrecha
en la ilusión de abrazarte y la certeza de verte
antes de que el tiempo se acabe,
antes de que el río se seque
por los caminos que trazo en el refugio del alma
que –día y noche- me tienen
como promesa servida que es caricia de mi ser
y al despertarme es un látigo
que abre surcos en mi piel cuando te miro y no estás
y ardo en ganas de besarte.

Te extraño…
dame la llave de los besos
que guardas entre tus labios…
dame la llave del cielo para quedarme la estrella
que sin tus luces se apaga,
dame la llave del reino
donde la muerte es ofrenda y no la vida que acaba…
puedo vivir el naufragio de los barcos de mi pecho
si eres la ola que abraza,

puedo alumbrar a la noche
si me enciendes desde adentro con el fulgor de tu alma,
puedo quedarme en tus manos
si tú dijeras mi nombre como un grito que desgarra.

Espérame…
a pesar de esta distancia que se hace vuelo en tus ojos
como ritual de algún pájaro
que hila el viento con sus alas -a fe de pecho-…
queriendo… queriendo cada mañana.


Esteban D. Fernández
Del Libro de Poemas: “De lo que fue dictando un sueño”

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