Hace ya tanto tiempo, que he perdido la cuenta,
de las veces que mis pasos destrozaron fronteras
para estar a tu lado.
La inocencia en tus ojos era una flor dormida
que me traje del cielo en un día de mayo…
qué derroche, amor, de primavera,
qué fragancia sublime en un beso robado.
Eras tan niña entonces que hiciste de mí un verso
dibujado en secreto al dorso de tus manos.
Y tu risa era alta como candor de estrella
y tu piel era virgen al decir de mis labios.
Hace ya tanto tiempo, que he perdido la cuenta,
de las veces que mis pasos destrozaron fronteras
para estar a tu lado.
ESTEBAN D. FERNÁNDEZ
DEL POEMARIO: «EL DOBLAR DE LO INEFABLE»
(2024)
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