Anoche… borré el rastro de mis huellas
-mientras iba hacia tu nido-
con el soplo de ese viento que es amigo de mis pasos,
dondequiera que la Tierra sea testigo de mi vuelo
y del instante bendito de tenerte entre mis brazos.
Tantos años, tanta vida… y en tus ojos, el milagro.
Aquí estamos, niña mía… desde siempre, como antes.
Habrás visto el reino al cielo, habrás visto ala al código
de esas notas que nos queman y levantan a gigantes.
De tus labios, la sonrisa, abre puertas que cerraron
emisarios del futuro, los esbirros del naufragio.
Del pasado, renacimos. Del presente, «aquí estamos».
Con el fuego en nuestras manos
izaremos ese ver… que es camino al otro lado.
ESTEBAN D. FERNÁNDEZ
DEL POEMARIO: «EL DOBLAR DE LO INEFABLE»
(2024)
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