Compañera…
amo la parte
de mí que tú habitas
sosteniendo
mi canto con tu voz.
Quiero vivir
amando la hermosura
que me
florece interminable
en las
profundas líneas de tus manos.
Paloma mía…
mi mundo
está hambriento de tu risa
y tus ojos
verdes son lo único que tengo
para barrer
lo oscuro de esta prisa.
Aún te veo
venir en la distancia
con el fusil
al hombro
reteniendo
en tu sangre
la parte de
guerra que me toca.
(Mi herencia será tuya…
yo la pondré a tus pies para que tú la vivas)
Mis pupilas
sabrán también de ti…
tú habrás de
conquistarlas
con esa
fuerza más
para la
batalla inacabable
que será
romper las cadenas de la patria.
A sangre y
fuego
grabarás
nuestros nombres
sobre los
nombres de otros
que no
tuvieron tiempo
para luchar
por el sueño
común de la
esperanza.
Llegará
pronto el día… créeme…
ya se acerca
la hora
en que la
libertad se cumple
y brilla
nuestra estrella
en el
ardiente cielo de tus ojos.
Mientras
tanto te espero…
en medio de
la vida y de la muerte,
de cara al
enemigo,
con tu gusto
en mi boca.
Esteban D.
Fernández
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