Te
ha anunciado la estrella.
Tú
no puedes morir.
Te
irás por un vergel con un séquito de pájaros, de extraños y de ángeles,
por
un largo camino,
como
aquel que se aleja llevándose consigo un trozo de ciudad,
de
curso de algún río, de monte, de collado.
Te
irás como quien pisa un trillo venenoso al que siempre domina,
como
quien ve a trasluz el fondo oscuro de las aguas y sabe dónde pisa.
Tú
no puedes morir.
Vendrás
de mar en mar.
Por
sobre las corrientes que hacen de la sal un preciado botín en época de hastío,
con
vocación de permanencia,
y
abiertos los sentidos para el baile nupcial del cuerpo con la brisa.
Vendrás
con los rasguños propio de los regresos,
como
un náufrago perdido en alta mar que al fin se deja arrastrar hacia su orilla,
con
una piedra negra entre las manos y desprendiendo fulgores azules de la risa.
No
han faltado milagros en tus ojos.
Te
entrego mi ración de toda la partida, de todo el juego,
la
relación exacta de las fichas –sensibles a las variaciones del azar-
para
que celebres, con la luna, los ritos más propicios de tu magia:
ese
hechizo como de encanto que se vuelve para regatearle a la noche sus misterios:
esos
sueños a medio despertar en otros sueños.
Pero
vendrás:
con
la mirada entrenada de quien guarda distancia según sea el instante,
ordinario
o sublime,
con
las mismas manos de partir el pan, el caudal de la niebla, la prebenda del
cielo,
con
el aviso del lucero que anticipó su luz en dos lugares diferentes.
Tú
no puedes morir.
Porque
siempre habrá una mano que se adelante al juego de tu mano,
un
talismán reconociendo tu destino de tenaz pertenencia,
un
testigo invisible que aspire tu nostalgia de una tierra extranjera,
un
sueño con su aureola de sibila doméstica.
Tú
no puedes morir.
Te
ha anunciado la estrella.
Esteban
D. Fernández
Del
Poemario:
“De lo que fue dictando un sueño”
BELLISIMO POEMA GRACIAS POR COMPARTIRLOS BENDICIONES
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