Todo siempre es igual.
Sólo cambian nuestras vías de accesos a la niebla,
el modo en que tus ojos se acostumbran
a los distintos caminos de la sombra,
esa sombra que soy cuando te amo
subiéndome a las cornisas de la espera como un ángel
que acude a tu llamado hilando al viento.
No dudes…
yo te ofrezco mi mano pa’ conducirte a los altillos de la dicha.
Porque hora tras hora recobramos un pedazo de cielo
pa’ la estrella del alma,
esa estrella que paciente espera la señal convenida
para lanzar su ropaje, entregarse desnuda y lucirnos su brillo.
¿Con qué breve ademán despertarán los otros
este tu sueño mío?
Todo siempre es igual.
Porque hora tras hora ganamos bravuras y corajes
pa’ la guerra del mundo,
no ha de ser nuestra guerra, mujer, paloma amada,
no ha de ser nuestra guerra…
si escribimos en el fuego de las otras miradas
nuestros nombres unidos.
Esteban D. Fernández
Del Poemario: “Desde la amante sombra”
No hay comentarios:
Publicar un comentario