Voy susurrándote un verso quedamente al oído
y mi voz es promesa hecha fuego en tus manos,
solo por este instante… el mundo ya no existe…
qué importa cada límite que rompemos al mirarnos.
Y aquí estamos, invictos, con la sonrisa al Tiempo
que doblamos y hacemos como un sueño al amarnos.
Has cruzado el umbral, la puerta está entreabierta…
«no ha de temblar tu paso si destroza fronteras
en el justo momento de escribir nuestro pacto»,
todo es tan virgen aún, excelso y deseado,
que el cosmos no estrenado a tus pies te lo ofrezco
encendiendo la señal de tus ojos en un rito sagrado.
ESTEBAN D. FERNÁNDEZ
DEL POEMARIO: «EL DOBLAR DE LO INEFABLE»
(2024)
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