En este río de nunca dejaste lo cierto de tu boca,
bebiste la tentación de ser lo más lejos de ti,
pasajero el camino se hizo a tus pies tan rápido
que te dejó varada al sueño de tu orilla.
No digas, sin embargo, detrás de toda puerta
se secaron las rosas del intento.
La torre fulminada por el rayo puede quedar ceniza de bendecir.
Celébrala en tu danza dondequiera
que reza la cólera apagada en su estación de polvo
y mírale el color del tiempo a tu tristeza
como quien mira Abril.
Esteban D. Fernández
Del Libro: “Recuérdame”
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